viernes, 24 de junio de 2011

Palabras que duelen más que los golpes




El lenguaje abusivo destruye, resta libertad a la hora de actuar, menoscaba el valor de la persona


Los niños, al igual que los adultos, luchan con una variedad de sentimientos cuando se enfrentan con situaciones que llevan una carga emocional fuerte. Esto se da principalmente cuando estamos enojados, frustrados, o deprimidos. Para algunas personas es fácil no darle importancia a las palabras, porque pensamos que la otra persona va a comprender que es algo circunstancial; pero ignoramos el peso emocional que tiene lo que expresamos con ellas.
Para desarrollar niños positivos, es necesario comprender el valor que tienen las palabras y ser consientes de su efecto. El significado de las palabras, el tono y la actitud con la que nos dirigimos a los niños, les define el valor que tienen. Por lo tanto, es importante revisar constantemente estos aspectos cuando nos comunicamos con ellos y conoceremos si estamos construyendo su vida o si la estamos lastimando. A los padres nos corresponde ayudar a que nuestros hijos desarrollen un gran amor propio, una sana comprensión, respecto a su entorno y que se sepan amados, aceptados y valorados por lo que son.
Para ilustrarlo, transcribo lo que han dicho algunos jóvenes, lo cual he clasificado en recuerdos negativos y recuerdos positivos. Estos acontecimientos han marcado sus vidas y debemos rescapacitar para restitur.
Recuerdos negativos
-“Me gritan sin razón alguna. Dicen que mi opinión no es importante.”
-“Constantemente señalan mis debilidades y fallas.”
-“Nunca me demuestran afecto. Nunca me dan las gracias”.
-“Me regañan. No me consideran como una persona que siente, piensa y quiere opinar. Solo ven mis errores, no valoran mis logros”.
-“Se gritan entre sí. Utilizan malas palabras cuando se enojan conmigo.
-Dicen “NO” sin darme una razón”.
-“Nunca me elogian. Hacen comentarios sarcásticos sobre mí. Se ríen de mis sueños y deseos. Me ridiculizan delante de mis amigos. No me prestan atención cuando les hablo”.
-“Mi padre menosprecia a mi madre frente a otras personas y eso me duele”.
-“Me comparan con mi hermano y no me gusta.”
-“Me creen incapaz. Dicen que soy un fracaso”.
El enojo, la prisa, el cansancio, el rencor, la envidia y la ira nos hacen decir cosas sin sentido que lastiman a quienes más amamos, y luego no sabemos restaurar el daño. Un lo siento, y la actitud de pensar antes de hablar, podrían hacer la diferencia.
El lenguaje abusivo destruye, resta libertad a la hora de actuar, menoscaba el valor de la persona, hace que se aparten de los demás y se encierren en sí mismo para protegerse y les causa dolor. Las palabras no se olvidan, principalmente las que llevan una carga emocional significativa. Son espinas que lastiman el valor que todos tenemos como personas.
En ocasiones, el adulto toma en poco las palabras que dice el niño bajo los efectos del enojo, o en broma. Mientras que los niños piensan que eso es lo que verdaderamente sienten por ellos. Podemos evitar esos malos ratos para los niños y niñas tomando conciencia de nuestras actitudes, modificando nuestras reacciones, y disculpándonos cuando lastimamos.
Lastimamos a nuestros hijos (as):
-Proporcionando un ambiente familiar lleno de pleitos, gritos y alcoholismo.
-Agrediendo física, verbal y psicológica.
-No dedicando tiempo para hablar con ellos y desatendiendo sus necesidades e intereses.
-Haciéndole promesas que nunca se cumplen.
-Sobornándolo con comprarle cosas con tal de que saque buenas calificaciones.
Recuerdos positivos
También he escuchado la expresión de hijos que en sus hogares han sido estimulados. Ellos se expresan así:
-“Mis padres toman tiempo para escucharme. Me agrada cuando me abrazan y me permiten explicar mi punto de vista”.
-“Cuando discuten, cuidan su tono de voz.”
-“Saben admitir cuando se equivocan y suelen decir: “lo siento”. Muchas veces conversamos como familia.”
-“Siento que mis padres me aman cuando se aman entre ellos. Suelen decirnos los rasgos buenos de nuestro carácter y de nuestra manera de ser”.
-“Son amigos de nuestros amigos. Me ayudan a pensar cuando debo tomar decisiones. Me hablan abiertamente acerca de mi sexualidad y me han ayudado a establecer límites al respecto”.
-“Mis padres nos piden la opinión acerca de las decisiones familiares. Mi padre tiene un gran sentido del humor, pero nunca nos utiliza como blanco de sus bromas. Mis padres siempre me dicen que yo soy un buen amigo.”
-“Solemos tener reuniones de familia donde hablamos de nuestras metas y planes. Mamá y papá suelen dejarme notas donde dicen que me aman y que valgo mucho para ellos.”
-“Siempre se aseguran que sepa porque me están disciplinando. Mis padres han sido buen ejemplo para mí. Nunca se muestran como si fueran perfectos y saben identificarse con nosotros. Me hacen sentir que mi opinión es importante”.
-“Nunca me comparan. Mis padres siempre dicen algo positivo de mi, aún en mi ausencia.”.
-“Mis padres dejaron de usar un sobrenombre que realmente me hería”.
-“Me gusta cuando me dicen “Te amo”, me hace sentir seguro”.
Las palabras positivas producen aceptación, valor, desarrollan confianza, elevan la estima, forjan el carácter y marcan un destino.
Los padres favorecen la comunicación con el niño (a):
-Cuando demuestran que entienden y aceptan sus sentimientos.
-Cuando se muestran abiertos para que el niño pueda expresar libremente sus pensamientos y sentimientos.
-Controlando su enojo e ira ante las faltas cometidas por el niño, haciéndole ver de forma tranquila que su comportamiento es inadecuado.
-Cuando los padres mantienen el contacto físico tal como cariño, abrazos, besos, mientras dialogan con el niño.
-Cuando se toma el tiempo necesario para el niño sin interrupciones.
-Cuando se evita censurar, juzgar o culpabilizar al niño por su conducta.
Lo que se dice al levantarse, en la mesa, por el camino, en el diario vivir, son las palabras más importantes y las que siempre se recuerdan. El lenguaje que tiene mayor efecto positivo es el de los gestos; el abrazo, el beso, las caricias, la aceptación, la sonrisa, todo aquello que dice: “te amo, “te acepto”, “vales mucho”, “lo vas a lograr”.
En este sentido, y tomando como herramienta el que a los infantes les encantan los cuentos buenos, y estos ofrecen una forma segura de acercarse a ciertos temas, preocupaciones, y problemas. Muchos especialistas trabajan con niños utilizando historias y cuentos para ayudarlos a reconocer sentimientos que prefieren evadir. Los padres establecen un contacto emocional fuerte cuando toman el tiempo para leer historias a sus hijos. Los cuentos les permiten a los niños expresar sus sentimientos, hacer preguntas, hablar de sus temores y estimula la imaginación. Porque al escuchar la historia se identifica y esto facilita un contacto emocional fuerte. Es una forma de facilitar el camino para que luche con sus sentimientos. Recuerde que, como con cualquier buen cuento, nunca es suficiente leerlo una sola vez. La repetición es un gran recordatorio de las lecciones que contiene el cuento o la historia.
Cada niño es distinto. Hay niños que enfrentan sus emociones con facilidad, a otros les es difícil reconocerlas, por eso, permita que se expresen con libertad. Facilite que se identifiquen con los personajes, que hagan preguntas sobre los héroes del libro. Otros niños se sentirán bien solo con escuchar y observar todo. Siempre intente hacerles hablar sobre el tema. Usted sabrá qué es lo que más necesitan sus hijos (as).
Construya imágenes mentales fuertes en sus hijos. Que se sepan aceptados, admirados, amados y respetados. Escuche a sus hijos, tome tiempo para dialogar con ellos, porque se ha demostrado que más del 90% de la comunicación es para dar órdenes y regañar. Escuchar hace sentir importante y amada a la persona que está con nosotros.
Recomendaciones prácticas:
1. Tome tiempo para contar buenas historias a los pequeños. Esto genera conexión y estimula la imaginación.
2. Deje de utilizar sobrenombres que descalifican.
3. Trate a sus hijos (as) con amor, respeto y admiración.
4. Resalte continuamente sus habilidades con el fin de que logre una mejor aceptación de sus limitaciones.
5. No humille ni descalifique.
6. Jamás abuse físicamente de él o ella.
7. Establezca reglas claras y acordes a la edad.
8. Demuestre aceptación sincera y consistente en las buenas y en las malas.
9. Establezcan un contrato familiar fundamentado en el respeto y la admiración mutua.
Sixto Porras.
Enfoque A La Familia.